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-Tienes el alma bonita y fría.

-¿Por qué ese "y" en lugar de un "pero"?

-Porque no sé si es el hecho de que sea bonita para ser fría o que sea fría para ser bonita.

-¿No te parece que un alma fría es un alma rota?

-Pero es bonita, muy bonita.
Llegaste cuando menos te necesitaba.
Te vas cuando más te necesito.

Lo deseo, te deseo.

Por si algún día te quieres pasar,
por si algún día tú y yo somos nosotros,
para que algún día tú y yo seamos nosotros.
No sabes cuánto lo deseo, ay.

Algunas cosas suelen terminar en unos supuestos puntos suspensivos. Digo supuestos porque a veces la imaginación juega malas pasadas y aquello que creías que podía no haber terminado estaba completamente finiquitado. "Siempre" y "nunca" son palabras que quedan grandes en la boca al pronunciarlas y cuando lo haces, te arriesgas a mentir como una condenada. La vida es así, un cúmulo de giros bruscos que pueden llegar a marear incluso más que una atracción de feria. Absurda comparación, por cierto. No se puede saber cuando puede acabar algo, tampoco si ese algo llegará. Sin embargo decirlo no es malo ni bueno sino que demuestra que somos seres humanos, seres que nos equivocamos e ilusionamos y, obviamente, no lo podemos evitar. Sobra decir que todo el mundo sabe lo bonito que suena un "siempre" y la seguridad con la que podemos llegar a decir un "nunca". 
Nada tan grande como una sonrisa tuya a las 3 de la madrugada. Las luces nos cegaban pero nos transportaban a un lugar diferente. Un lugar donde todo era posible si permaneciamos enlazados, un lugar tan misterioso pero a la vez tan atrayente. No quise pensar que las luces podían apagarse y que podíamos ser tragados por la oscuridad.

Carta a un sueño roto.

Nada menos que respirar a tu lado. Era tu héroe cada día. Me salvabas en el infierno y me llevabas al cielo. Lo que queríamos ser y éramos. Porque sin ti todo es bastante diferente, ya no hay restos de café molido en el suelo, tampoco hay sueños de los cuales tú y yo nos alimentábamos cada día. Parecíamos y nos sentíamos tan grandes, tan llenos de ilusiones las cuales hoy yacen rotas en un cuarto de recuerdos aun sin contemplar. Pero todo es así, todo tiene un principio y también un final. Todo puede parecer tan correcto y a la vez tan incorrecto. Aun así las piezas, nuestras piezas, encajaban a la perfección. Sin embargo pudo ser cosa del destino, o de la casualidad tal vez, que las piezas empezaron a desencajarse, las ilusiones a tornarse de un gris monótono y nuestro "nosotros" se convirtió en nada.